YOGA DARSHANA UPANISHAD VIII, IX y X
Con este artículo terminamos la Yoga Darshana Upanishad, texto clásico de la filosofía Vedanta.
Capítulo octavo: DHARANA
VIII.1. Y ahora dharana, de la que conocemos cinco clases, referentes a los cinco elementos con sus homólogos corporales. En el espacio en el centro del cuerpo debe mantenerse el espacio exterior y, del mismo modo, el aire exterior debe ser mantenido en el prana y el fuego en el fuego del abdomen; se deben mantener también las aguas en los líquidos del cuerpo y la tierra en las partes terrosas; eso es dharana, ¡oh Samkriti!
VIII.3-4. Pronuncia el mantra YAM-VAM-RAM-LAM en el orden adecuado; este tipo de dharana te librará del pecado. Desde los pies hasta las rodillas, el cuerpo pertenece a la tierra; de las rodillas al ano, es el agua; desde ahí hasta el corazón, es el fuego, y el aire hasta el centro de la frente; la cabeza pertenece al espacio (akasha).
VIII.5-6. En la tierra se ve Brahmán. Vishnu en la parte acuosa. Maheshvara (Shiva) habita en el fuego. Ishvara habita en el aire y shiva en la parte de tu cuerpo que pertenece al elemento espacio.
VIII.7-8. Puedes, también, si lo prefieres, meditar solamente en Shiva para liberarte de todo mal; lo verás en tu atman lleno de sabiduría y beatitud, morando en purusha, principio único de este mundo.
VII.9. Y con todo tu espíritu mirando fijamente al no-manifestado, carente-de-forma e indefinible, comprobarás que el principio único, bajo la forma del pranava, no es otro que tu atman; es entonces cuando, retrayendo tus sentidos, te unirás a tu atman.
Capítulo noveno: DHYANA
IX.1-2 Pasarás entonces a la meditación profunda, por la que se destruyen para siempre los lazos de la transmigración (samsara). Con humildad absoluta, se medita sobre el señor, el brahman-verdad-realidad, el brahman-pura-trascendencia. Así, el verdadero yogui, libre de las leyes de la existencia, para siempre casto y viviendo todas las cosas, medita sobre ishvara, comprendiendo “yo soy él”.
IX.3-5. Y puede meditar también sobre ishana, la verdad, el conocimiento no dual, puro, eterno y sin pasado, lo mismo que sin presente ni futuro; sutil, incognoscible, imperceptible, sin olor ni sabor, no mensurable; el único que no es otro que atman, ser-conciencia-beatitud (sat-cit-ananda).
IX.6. Comprendiendo “yo soy este brahman”, alcanzarás la liberación.
Capítulo décimo: SAMADHI
X.1-2. Cuando aparece en ti el conocimiento verdadero de la unidad de tu atman con el atman cósmico, es lo que se llama samadhi, pues el atman es en verdad idéntico al brahmán omnipresente, perpetuo, único y sin segundo.
X.3. Puedes así comprender que sus formas son ilusorias; no es dualidad, ni mundo fenoménico, ni tampoco transmigración.
X.4. Así como el espacio dentro de la olla no es distinto del espacio que la rodea, así también no hay más que un atman, y solo los ignorantes lo llaman jivatman o ishvara.
X.5-6. Debes decirte en verdad: “yo no soy ni cuerpo, ni aliento vital, ni sentidos, ni pensamiento, ni ninguna otra cosa; pues yo soy el testigo único; ¡yo soy shiva!, ¡yo soy shiva! Sí, yo soy el brahmán; soy extranjero en este mundo, no hay nadie junto a mí. Así como la espuma y las olas nacen en el océano y en él se disuelven, así también, el mundo nació de mí y en mí se disuelve”.
X.7-8. El que sabe eso alcanza de golpe la inmortalidad convirtiéndose en purusha. Y la conciencia universal, omnipresente y luminosa, resplandece en su corazón: así alcanza el brahmán.
X.9-11. Si no ve nada más que “eso”, permaneciendo siempre en samadhi, es para siempre el brahmán y ve su alma en él; el mundo se desvanece entonces; ya no queda más que la alegría.
X.12. Calló entonces Dattatreya, y Samkriti, ya apaciguado, buscó refugio en su alma y no conoció más la inquietud.
Tal es la upanishad.