YOGA DARSHANA UPANISHAD (IV)
Capítulo cuarto: FISIOLOGÍA SUTIL
IV.1. La medida del cuerpo es de ochenta y seis dedos; en su centro arde un gran fuego, tan brillante como el oro fundido.
IV.2. A dos dedos del ano, justo encima del sexo, está un triángulo (muladharachakra); así lo explican los que saben.
IV.3. En cuanto al nudo del ombligo (kanda), se encuentra en medio del cuerpo, a nueve dedos de muladhara; su diámetro es de cuatro dedos y parece un huevo de gallina; una vaina lo envuelve, y el ombligo propiamente dicho se ve en su centro.
IV.6. En el nudo del ombligo está situado sushumna y setenta y dos mil nadis resplandecen a su alrededor, ¡oh Samkriti!; solamente catorce son importantes.
IV.7-8. Sushumna, ida, pingala, sarasvati, pusha, varuna, hastijihva, yashasvini, alambusa, kuhu, vishvadara, payasvini, shankhini y gamdhara.
IV.9. Pero tres destacan sobre todo: sushumna, ida y pingala.
IV.10. La más importante de todas, con mucho, es sushumna, que los adeptos del yoga llaman brahma-nadi.
IV.11. Dos dedos más abajo que el ombligo está alojada kundalini.
IV.12. Está formada por tierra, agua, aire, fuego, éter, pensamiento (manas), personalidad (ahamkara) e inteligencia (buddhi).
IV.13. Ella es quien gobierna la acción de los diez alientos vitales (prana) y la asimilación de los alimentos en torno al nudo del ombligo; enroscada sobre sí misma, tiene la boca colocada sobre el agujero de brahman.
IV.14. A su izquierda esta ida; pingala se encuentra a su derecha.
IV.15-17. Al lado de sushumna se encuentran kuhu y sarasvati; gamdhara y hastijihva corren paralelas a ida por delante y por detrás, envueltas, a su vez, por varuna, pusha y yahasvini; shankini envuelve a gamdhara. Tendida desde el ano hasta el ombligo se ve, por último, a alambusa.
IV.18-19. Paralela a sushumna, del color de la luna llena, esta kuhu; ida y pingala llegan hasta la nariz, a la altura de las dos fosas nasales; yahasvini llega al pulgar del pie izquierdo; pusha va hasta el ojo izquierdo, paralela a pingala.
IV.20-22. Payasvini alcanza la oreja derecha y sarasvati la lengua; hastijihva va hasta el pulgar del pie derecho; finalmente, gamdhara llega al ojo derecho, mientras que vishvadara se queda en el nudo del ombligo.
IV.23. Hay diez alientos vitales que los yoguis denominan: prana, apana, vyana, samana, udana, naga, kurma, krikara, devadatta y dhananjaya.
IV.24-25. De estos diez, cinco son importantes: prana, apana, vyana, udana y samana; pero, a su vez, de estos cinco, destacan dos: prana y apana, a los que profesan culto los grandes yoguis; no obstante, prana es el principal.
IV.26. El prana es omnipresente; en la garganta, la nariz, el ombligo y el corazón, reside permanentemente.
IV.27. El apana, por su parte, reside en el ano, los muslos, las rodillas y, en general, la parte inferior del cuerpo, hasta el ombligo.
IV.28. El vyana está en la cabeza, las orejas, los ojos, el cuello y, en general, hasta la altura de los hombros.
IV.29. Udana habita los miembros y samana todo el cuerpo; los otros cinco alientos vitales habitan la piel, los huesos y la carne.
IV.30-32. La función de prana es regular la respiración y la tos; la de apana las excreciones, vyana produce los sonidos; samana reúne, y udana hace levantarse; ésta es la enseñanza.
IV.33-34. Naga hace eructar; dhanamjaya llena el vientre; kurma permite cerrar los ojos; el hambre viene de krikara; en cuanto a devadatta, ¡oh Samkriti!, es el que nos produce el sueño.
IV.35-38. Los dioses reinan sobre los nadis: el dios de sushumna es shiva, vishnu es el de ida y brahma de pingala; a viraj la sarasvati, a pushan el nadi pusha y a vayu varuna; la hastijihva a varuna, la yahasvini al sol; varuna custodia también la alambusa, y el dios del hambre kuhu; la luna reina sobre los dos nadis gamdhara y shankhini, prajapati sobre prayasvini, y soma sobre vishvadara.
IV.39-42. En ida se mueve la luna, y el sol en pingala; por eso, cuando el prana de pingala entra en ida, se dice que se orienta al norte; se orienta al sur cuando, por el contrario, el aliento va de ida a pingala. La luna y el sol se unen en el interior del cuerpo cuando el aliento reside allá donde se encuentran los dos nadis, ida y pingala.
IV.43-45. Es el equinoccio de primavera cuando el aliento está en muladhara y es el equinoccio de otoño cuando el aliento está en la cabeza. El prana, como el sol, recorre los signos del zodíaco, cada vez que se inspira, se retiene el aliento y finalmente se espira.
IV.46-47. Por último, un eclipse de luna se produce cuando el aliento llega a la sede de kundalini siguiendo el conducto de ida; y, cuando sigue el de pingala para llegar a kundalini, es un eclipse de sol.
IV.48-49. El monte meru está en la cabeza y kedara (monte del Himalaya) está en la frente; has de saber que entre los dos ojos cerca de la nariz está benarés; kurukshetra (campo de batalla en la Bhagavad Gita) se halla en el pecho; en el corazón está la confluencia de los ríos sagrados ganges, yamuna y sarasvati; el kamalalaya, por fin, se sitúa en la base de la columna vertebral.
IV.50. Preferir los tirthas (lugares de ablución) reales a los que oculta el cuerpo, es preferir vulgares lentejuelas a diamantes depositados en la mano.
IV.51. Tus pecados serán borrados, aunque hagas el amor con tu mujer o, incluso, con tu propia hija, si practicas las peregrinaciones en tu cuerpo, de un tirtha a otro.
IV.52. Los verdaderos yoguis que profesan un culto a su atman no necesitan tirthas de agua ni dioses de madera y de barro.
IV.53. Los tirthas del cuerpo sobrepasan infinitamente a los del mundo, y el tirtha del alma es el más grande: los demás no son nada junto a él.
IV.54. El espíritu, si está manchado, no puede ser purificado en los tirthas en que se baña.
IV.55. Lo mismo que un jarro que contiene alcohol no será purificado por el agua, aun cuando lo lavases cien veces.
IV.56. Sin embargo, el agua del conocimiento, impartido por los maestros de yoga purificará el espíritu manchado, pues es la de un verdadero tirtha.
IV.57. Shiva habita en tu cuerpo: serías necio adorándolo en las imágenes de piedra, o de madera, con ceremonias, devociones, votos o peregrinaciones.
IV.58. El verdadero yogui mira en sí mismo, pues sabe bien que las imágenes son talladas para ayudar a los ignorantes a aproximarse al gran misterio.
IV.59. El único vidente verdadero es el que ve el brahman real, único y sin segundo, como idéntico a su atman.
IV.60-63. Y después, por el renunciamiento, comprenderás: yo soy atman; entonces verás que el atman habita en el fondo de todos los seres; y la visión del omnipotente, del supremo brahman imperecedero, te librará de todo dolor.